La cordicepina y sus efectos terapéuticos

 
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La cordicepina es un nucleósido análogo de la adenosina, una purina endógena (producida por el propio organismo) y que está involucrada en numerosos procesos bioquímicos. Al tratarse de un análogo, algunos enzimas no serán capaces de discriminar entre ambos compuestos, por lo que la cordicepina, al poseer una estructura similar, puede participar en reacciones de interés.
La cordicepina se extrae de los hongos del género Cordyceps y la encontramos como componente en concentración notable en Cordyceps sinensis y militaris, siendo ambas especies muy utilizadas en poblaciones asiáticas por las propiedades medicinales que se le atribuyen.
El uso terapéutico de Cordyceps sinensis (como especie silvestre) se remonta a muchos años atrás, ya que, según la Medicina Tradicional China (MTC), en su forma desecada, está considerada como uno de los más apreciados remedios para la mejora del pulmón y el riñón, entre otros.
En base a estudios centrados en sus efectos, hoy en día podemos atribuirle las siguientes propiedades de interés en la medicina:
–       Antitumorales: en dosis bajas inhibe el crecimiento descontrolado y la división de células tumorales; en dosis altas impide la adhesión de las células entre sí. Ambos efectos comparten el mismo mecanismo subyacente: que la cordicepina interfiere en la síntesis proteica, ya sea en el proceso de transcripción (producción de ARNm) como en la traducción directa a proteínas (Wong YY et al, 2010).
–       Antibacterianas: inhibe la síntesis de ARN bacteriano bloqueando la elongación, como en el caso del género Clostridium (Ahn YJ et al, 2000).
–       Antidepresivas: se observó una mejora en el comportamiento de ratones inducidos a padecer depresión y estrés gracias a la regulación de dos proteínas: el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF) y un receptor de la serotonina (Tianzhu Z et al, 2014).
Además, existen resultados que sugieren que la cordicepina podría ser un buen complemento natural como tratamiento oncológico debido a su actividad inhibidora de PARP descubierta por Kim H et al en 2011.
Hablamos pues de la cordicepina como un compuesto con gran potencial en biología molecular y que, en consecuencia, puede resultar de una gran utilidad clínica.